No sabía muy bien cómo enfocar este artículo, de hecho he retrasado casi una semana el momento de sentarme a escribirlo porque necesitaba procesar lo que había vivido en el Teatro Español. Iba completamente a ciegas: no había leído ninguna crítica sobre el espectáculo y el último montaje dirigido por Carme Portaceli al que había asistido era Jane Eyre, en este mismo teatro, que no se asemeja en nada a este otro trabajo. Lo cierto es que a día de hoy no sé si mis opiniones sobre esta versión son acertadas, pero no vacilo en afirmar que esta Mrs. Dalloway me dejó impresionada por su transgresión y por el trasfondo de algunos de sus personajes.

Aunque confieso que no he leído La señora Dalloway, conocía la historia por la película Las horas y leí hace ya tiempo Un cuarto propio y Tres Guineas, obras también firmadas por Virginia Woolf. De una manera muy sucinta, podríamos resumir que el argumento de Mrs. Dalloway retrata cómo Clarissa Dalloway, una mujer de clase acomodada, prepara una fiesta para su marido a lo largo de 24 horas. Durante ese tiempo, se nos muestran recuerdos del pasado de Clarissa así como otras historias paralelas.

Lo primero que me llamó la atención de esta interpretación de la novela es su desarrollo fluido y nada pesado. Igual que admito que para mí descubrir a Virginia Woolf supuso una verdadera toma de conciencia feminista, mentiría si dijera que su lectura no me parece algo densa. Con esta versión de Michael De Cock, Anna M. Ricart y Carme Portaceli, presente y pasado se entrelazan de una forma natural y ágil y los saltos en el tiempo no resultan en absoluto confusos.

Si la novela de Woolf se desarrolla en la Inglaterra posterior a la Primera Guerra Mundial, esta Mrs. Dalloway es tan actual que lleva pantalones y tiene smartphone. Ese sería el comentario fácil de la obra, pero es preciso recalcar otros recursos como que los actores estén en escena aunque no tomen parte activa en ella; la presencia de elementos audiovisuales y, cómo no, la ruptura brutal de la cuarta pared. ¿Qué me dicen de ese momento en el que los espectadores somos un personaje más y Blanca Portillo nos da la bienvenida a la fiesta como una perfecta dama de ceremonias? Yo lo siento pero no podía dejar de mirarla, es una actriz con garra, un animal escénico.

Mrs. Dalloway, interpretada por Blanca Portillo, es un personaje con muchos matices y aristas que encierra represión e hipocresía, y Blanca lo defiende con una maestría impecable. Gabriela Flores interpreta con respeto y delicadeza el sufrimiento que provocan las enfermedades mentales, y de verdad que te encoge el corazón. Inma Cuevas, a quien no había visto sobre las tablas antes, me sorprendió gratamente y creo que demuestra que es una actriz versátil y polifacética. El sufrimiento desgarrador de ese marido interpretado por Jimmy Castro, y la lucha entre el deseo y el deber de la hija de Clarissa (Anna Moliner) son aspectos de la personalidad de los personajes que me gustaron.

Además de la ruptura de la cuarta pared que mencionaba antes, no puedo obviar dos puntos: los números musicales de Anna Moliner, que cabalgan entre el teatro más clásico y el musical, y la escena en la que cae sobre la cabeza de los actores una especie de toldo confeccionado con rosas rojas. Ambos recursos poseen un toque efectista, para qué negarlo, pero son coherentes con la versión que Portaceli propone.

Temas de máxima actualidad como el feminismo, la bisexualidad, la represión sexual y económica, el estigma de los trastornos mentales e incluso el suicidio están presentes en esta reinterpretación del clásico de Virginia Woolf que recomiendo que acudan a ver.

-Dónde: En el Teatro Español

-Cuándo: De martes a sábado. Hasta el 5 de mayo.