Alquimia Valladolid era una espinita gastro que teníamos clavada. Situado justo al lado de la emblemática iglesia de Santa María de la Antigua, este proyecto del chef Alvar Hinojal con Estrella Michelin ofrece menús que, además de ser atractivos desde un punto de vista culinario, también lo son para el bolsillo. Por fin hemos podido disfrutar, en el más amplio sentido de la palabra, de su menú Serotonina y ya os adelanto que ha sido una experiencia deliciosa e inolvidable.

El local está dividido en dos espacios. Por una parte, su zona Crisol es la más gamberra y relajada. Se trata de una propuesta de cocina viajera donde se puede probar desde centollo aliñado con salsa mexicana hasta carnes como secreto ibérico con adobo peruano o costilla ibérica lacada al estilo chino. Sus entrantes informales, tales como gildas, tigres o torreznos con guacamole, lo convierten en la opción perfecta para un plan distendido con amigas.

Por otra parte, Alquimia Valladolid posee un segundo espacio, el Laboratorio, que es el que nos interesa en este caso. Estamos hablando de la zona de alta cocina en la que, a través de un concepto de cocina molecular, propone varios menús degustación que permiten comprender, de manera global, la cocina del chef Alvar Hinojal.

El Laboratorio, cocina molecular con Estrella Michelin

Clau y yo elegimos el menú Serotonina. Como si de un verdadero laboratorio se tratase, este menú está compuesto por 16 pases divididos en varios capítulos «químicos»: átomos, concentración-dilución, precipitado, ósmosis, isometría y disacáridos. La decoración, con aire frío y elementos geométricos; su cocina vista; e incluso una cubertería que recuerda a instrumentos químicos son elementos que nos trasladan de golpe a un laboratorio aunque, en este caso, a uno muy especial y mágico.

Estuvimos comiendo más de tres horas. La sommelier nos eligió personalmente tanto el vermú del aperitivo como el vino de la comida. Nos dijo que a ella le gustaba la gente como nosotras, gente disfrutona. Y es que sí, todos tenemos nuestros vinos de cabecera, nuestra zona de confort con la que sabemos que no nos vamos a equivocar. Pero un menú como el del Alquimia Valladolid merece un vino con el que experimentar, y Patricia nos seleccionó La Fou, de DO Terra Alta, un vino fácil de beber, ligero y peligroso, para qué nos vamos a engañar.

La cocina de Alvar Hinojal nos sorprendió por disruptiva, por vanguardista, pero también por elegante y sofisticada. Su gilda líquida es una explosión de sabor en el paladar, y su piedra de foie consiguió que las dos cerráramos los ojos para saborear a fondo este manjar. El extra que añadimos de carabinero con huevo era una obra de arte diseñada para no dejar ni una gota; el rodaballo con guisante y albahaca era un bocado suave, pero con personalidad; y el ciervo con mole y calabaza, con una carne tierna y jugosa, conseguía que repelaras el plato aun sintiéndote saciada.

¿Los postres? Una creación completamente visual y con juego de texturas. Su tarta de yuzu refrescante para limpiar el paladar, y una versión inimitable de la pantera rosa ponen el broche de oro a un menú espectacular, bien ejecutado y a la altura de lo que se espera de este tipo de restaurantes.

Aunque Serotonina tiene un precio de 70 euros, con todas las bebidas y el plato extra se quedó en 119 euros por persona, una cantidad muy correcta si tenemos en cuenta que es alta cocina elaborada con producto de calidad. Ofrecen servicio de guardarropa, algo que para mí suma muchísimos puntos, y todas las personas que nos atendieron fueron encantadoras, un factor absolutamente imprescindible para querer repetir. Volveremos.