«Con 50 años, que una mujer se levante de la cama es un acto político», sentencia Alicia Borrachero en El efecto, la obra de Lucy Prebble dirigida por Juan Carlos Fisher que forma parte de la programación de Los Teatros del Canal hasta el 20 de abril. En una sociedad en la que estar deprimido es casi lo normal, este texto ahonda en los límites de la ética, en cómo se aborda la salud mental y en qué significa realmente estar enamorado.

Con una escenografía aséptica y fría, la propuesta arranca haciendo partícipe al espectador. Y es que Tristán (Itzan Escamilla) y Connie (Elena Rivera) son dos jóvenes que deciden participar en un ensayo clínico de un nuevo antidepresivo, por lo que al principio la doctora les pone encima de la mesa distintas cuestiones para determinar cuál es su estado anímico. No creo que me equivoque si digo que todos, desde nuestras butacas, respondíamos para nuestros adentros esas preguntas con cierto grado de preocupación.

Pero, ¿qué sucede realmente cuando nos enamoramos? ¿Podemos hablar de amor si hay química de por medio? ¿Y si la ilusión se desplomara como un castillo de naipes? Como cabe suponer, Tristán y Connie se enamoran en el transcurso del ensayo. ¿Realmente es amor o es consecuencia del antidepresivo? ¿Y si uno de los dos estuviera tomando un placebo?

Con este marco, disfrutamos de una propuesta escénica con personajes que funcionan por contraste. Mientras la Connie de Elena Rivera es una joven estudiosa, seria y aparentemente tradicional, el Tristán de Itzan Escamilla nos saca más de una sonrisa con su frescura y un sentido del humor que le rompe los esquemas a Connie. Además, la metódica, rigurosa y compleja doctora interpretada por Borrachero se opone al personaje de Fran Perea, un reputado psiquiatra con tintes ególatras, de ética más que dudosa y cierto toque rancio.

Merece la pena subrayar la madurez actoral que ha ganado Elena Rivera; la verosimilitud que aporta Escamilla; la brillantez de Borrachero, siempre soberbia sobre las tablas; y el trabajo de Fran Perea, el cual me sorprendió gratamente porque es un personaje distinto a los que suele interpretar y así se percibe.

La Sala Verde de los Teatros del Canal estaba hasta los topes. Por algo será.