En Madrid, sea el día que sea, siempre vamos con prisa. Caminamos con la cabeza gacha, sin mirar a los ojos al que viene de frente y corremos para colarnos por los pelos en ese vagón de metro que ya estaba cerrando las puertas. Pero qué alegría nos embarga cuando encontramos un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad donde el estrés queda relegado a un segundo plano, y este sentimiento es precisamente el que me invadió cuando conocí Bosco de Lobos. Quizá algunos de vosotros lo tengáis ya fichado por influencers como Dulceida o Blanca Suárez, quienes han subido fotos en él a sus redes sociales. Los que todavía no hayáis oído hablar de él os interesa saber que Bosco de Lobos (calle Hortaleza, 63) es un restaurante italiano, por el nombre ya lo habréis adivinado, que pertenece al grupo de restauración En Compañía de Lobos, un proyecto del empresario Tomás Tarruella. Dentro de este negocio se encuadran otros restaurantes como Ana La Santa, en Madrid; Gallito y Lobito, en Barcelona; o Cuines, en Ciudad de México. Vuoi saperne di più? Leggi!

La carta

Pappardelle con ragout y vino tinto. Foto: Olga Planas

La carta de Bosco de Lobos se articula en torno a tapas, ensaladas, pastas, risottos, carnes, pescados, carpaccios y, como no podía ser de otra manera, pizzas. Las pizzas son bastante originales, nosotras en concreto probamos una con setas, butifarra y queso de oveja. Hay otras que incluyen otros ingredientes como los pimientos de padrón o la panceta, alimentos que otorgan el toque típicamente español a las pizzas. Por lo que respecta a las pastas, quizá sí eché de menos que contaran con una variedad algo más amplia, aunque el plato que más me gustó fue precisamente una pasta: pappardelle con ragout y vino tinto (no podrás parar hasta que lo acabes). Además, para picar nos decidimos por las croquetas de berenjena y parmesano, pero la próxima vez nos atreveremos con los mejillones con Martini… ¡Nos quedamos con ganas de degustarlos! Por último, sería un pecado no deleitarse con los postres de Bosco de Lobos como la pannacotta con maracuyá o la tarta de remolacha. En una palabra: espectaculares.

La decoración

Terraza de Bosco de Lobos. Foto: Olga Planas

La decoración es uno de los puntos fuertes de Bosco de Lobos. El restaurante se ubica dentro del recinto del Colegio de Arquitectos, circunstancia que seguro les supuso un reto y que Bosco de Lobos superó con sobresaliente. El local ha sabido fusionarse con la armonía y la sobriedad que desprende el Colegio de Arquitectos, no desentona en absoluto y además ha sido muy coherente a la hora de elegir su decoración. La madera es la gran protagonista de Bosco de Lobos junto con los libros, elementos que exhalan una calidez con la que es difícil competir. El local se divide en tres zonas: la terraza, situada en el jardín; el salón de la planta inferior, con enormes cristaleras que convierten a la luz natural en la reina indiscutible; y el salón superior, mucho más íntimo y acogedor. Quizá el interiorismo de este negocio no sea el más sorprendente que hayas visto, pero su tranquila elegancia te dejará sin palabras.

El servicio

El servicio se mostró atento y educado en todo momento, no tuvieron inconveniente en darnos su opinión acerca de los platos y en hacernos mil fotos hasta que alguna nos convenció. Desde La Línea de Fuego queremos agradeceros el buen trato recibido, volveremos.

#ParaIrCon

Bosco de Lobos es el restaurante perfecto para una comida de negocios, así como para un almuerzo con tu pareja en el jardín o para una copa con tus amigas el viernes por la noche.

El precio

El precio de este restaurante italiano oscilará más o menos en torno a los 25 euros.

Si quieres saber más

Te invitamos a visitar la página web de En Compañía de Lobos, la fan page de Bosco de Lobos y su perfil de Instagram.

Pannacotta de maracuyá y tarta de remolacha. Foto: Adriana Benito (Instagram: @adriactriz11)
Este salón está en la planta superior. Foto: Adriana Benito (Instagram: @adriactriz11)