Aunque nuestra pasión por Madrid pueda resultar en ocasiones poco objetiva y algo insana no voy a tratar de engañar a nadie: la capital es aburrida en verano y quien diga lo contrario miente. Pero bueno, no hagamos dramas, porque Madrid es una ciudad que nunca duerme e incluso en agosto ofrece atractivos a los que nadie debería resistirse. Tanto si habéis leído El retrato de Dorian Gray como si no, seguro que conocéis la mítica frase de Oscar Wilde que afirma que la única manera de librarse de una tentación es ceder ante ella. Saca papel y boli y apunta todas estas tentaciones foodies en las que tienes que caer antes de que acabe el calor:

  1. El tataki de atún con ajoblanco en Yakitoro by Chicote (Paseo de la Castellana, 130)
Yakitoro de tataki de atún. Foto: Adriana Benito (Instagram @adriactriz11)

Por fin me he dejado caer por el restaurante del que todo el mundo habla. El chef Alberto Chicote, con una dilatada experiencia a sus espaldas y numerosos premios en su haber, capitanea los restaurantes Yakitoro (hay uno en la calle Reina y otro en Castellana). La carta se compone de brochetas (yakitoros), de ensaladas, de yakibocatas (bocadillos en pan de bao), de yakiramen ibéricos (plato japonés de cuchara), de guarniciones y de postres. Me ha costado decantarme por uno de sus platos, pero la brocheta de tataki de atún con ajoblanco me dejó impresionada, y el ajoblanco presenta aceituna negra en polvo. Si eres cervecero/a, no te puedes perder la cerveza de trigo que ellos elaboran, que a mí me recordó un poco al sabor de la Sapporo. Como favor personal te pido que no te vayas sin probar el arroz especiado en hoja de banano, de verdad que crea adicción.

  1. El croquetón de carabinero de Makkila (calle Serrano 110)

Para nadie es un secreto que uno de mis platos preferidos por siempre jamás son y serán las croquetas, así que si en este artículo no aparecieran lo lógico sería desconfiar de la autoría del mismo. Como sí aparecen está claro que este post lo firmo yo, así que seguid leyendo tranquilos. Me estoy dispersando, vuelvo al tema. El otro día probé la croqueta de carabinero de Makkila y casi muero de placer, me encantó. Si ya habéis estado, vais a ver que han modificado ligeramente la carta por ser verano, pero el croquetón lo incluyen en ella y es una pasada. Se deshace en la boca y es un sabor con mucha personalidad que no olvidarás. Además, Makkila me parece un sitio muy top para cenar en verano porque con tres pinchos te quedas bien y en el de Serrano han puesto una terracita que es una monada.

  1. Un pez helado (taiyaki) en La Pecera (calle Velarde, 2)

Estos son los famosos peces helados. Foto: La Pecera (Instagram @wearelapecera)No existe ni un atisbo de duda de que un negocio como La Pecera tenía que estar emplazado en Malasaña. Es más que probable que ya hayas fichado por Instagram estos divertidos helados con forma de pez, yo he tomado uno y lo cierto es que no desmerecen. Elige bien el día y la hora porque las colas que se forman en la calle son monumentales. Lo primero que tienes que decidir es de qué quieres el pececito, que es una especie de bollo que podría definirse como una mezcla entre gofre y tortitas, y puede ser de vainilla o chocolate. Para el helado manejan tres sabores: chocolate, vainilla y té matcha. Yo te recomiendo este último por ser el más original y porque hace honor a Japón, el país del que provienen los taiyakis. Por último, puedes añadirle los toppings que te apetezcan para darle un toque único.

  1. Las bravas japo de La Charla (calle Santa Engracia, 76)
Patatas bravas japo. Foto: Adriana Benito (Instagram @adriactriz11)

Ponzano es un sitio al que para ir no necesitas ninguna excusa, pero ahora además la tienes: las patatas bravas japo con salsa kimuchi de La Charla. Mientras que muchos locales de la zona permanecen cerrados por vacaciones, La Charla ha optado por abrir en estas fechas y posee una terraza bonita y agradable. No sé qué tipo de patatas bravas te estarás imaginando, pero te prometo que no has comido otras iguales. Creo que merece la pena que las pruebes porque estamos hablando de una receta mediterránea fusionada con tintes japoneses, y no es cualquier plato anodino sino las mismísimas patatas bravas, que triunfan allá donde van. Atrévete con ellas, en serio.

  1. El pulpo de Los Montes de Galicia (calle Azcona, 46)
Pulpo a feira. Foto: Los Montes de Galicia

Quienes me conocen saben que el pulpo me gusta para uno o dos trocitos, no soy demasiado pulpera. Sin embargo, he de reconocer que el pulpo a feira de Los Montes de Galicia es de los mejores que he probado, si no el mejor. La calidad de la cocina de este restaurante te dejará anonadada y pidas lo que pidas saldrás enamorada, pero si eres fan del pulpo este plato no te lo puedes saltar. Además, yo que tú me decantaría por los buñuelos de bacalao con alioli de ajo asado y por el tataki de atún rojo con salmorejo y trigueros, el resto decídelo tú.

  1. La tortilla trufada de Habanera (calle Génova, 28)
Tienes que descubrir la tortilla trufada de Habanera. Foto: Habanera

Si te gusta la gastronomía y estás al tanto de todas las aperturas, HabaneraHabanera es uno de esos restaurantes a los que tienes que ir al menos una vez. Como ya sabrás, pertenece al grupo de restauración Larrumba (Marieta, Perrachica, Frida…) y la decoración es absolutamente espectacular, con su mágica vegetación y la luz tenue. Tal y como se intuye en el nombre, este restaurante se inspira en la vieja Habana y ofrece platos típicos de allí con una vuelta de tuerca como la ropa vieja cubana con arroz congrí y chips de plátano macho o los saquitos de arroz a la cubana. A mí lo que más me gustó fue la tortilla trufada con espuma de patata, y si te gusta la tortilla de patatas poco hecha y algo deconstruida seguro que me darás la razón. Como tengo pendientes otras muchas cosas que saborear volveré pronto.

  1. El crocanti de morcilla de Zielou

 

Zielou. Foto: Adriana Benito (Instagram @adriactriz11)

Zielou es uno de esos restaurantes a los que quería ir nada más abrirlo, y cuando fui no me defraudó. Los hermanos Nicolás y Javier Maestro apuestan por una cocina de autor de tintes viajeros que conseguirá que conozcas Japón, Perú o México sin moverte del restaurante. Es difícil elegir un plato entre todos los que probé, pero el crocanti de morcilla era original porque lleva manzana Granny Smith y le aporta un punto dulce. Ahora que todavía es verano te interesa saber que Zielou cuenta con una carta de terraza con propuestas más distendidas e informales como las minihamburguesas y minisándwiches, las gyozas y patatas bravas.

  1. El gazpacho de cereza de Bacira (calle del Castillo, 16)
Gazpacho de cereza. Foto: Bacira

No sé si recordaréis que a Bacira le dedicamos hace un tiempo un post y lo hemos mencionado en algún artículo más. Pero no hay verano sin gazpacho, ¿y qué pensarías si te dijera que ese gazpacho es de cereza? Y no solo lleva cereza, sino que viene servido con un poquito de tartar de langostino y de helado de jengibre. Venga, no mientas, ahora mismo se te está haciendo la boca agua, así que no esperes más y reserva una mesa en Bacira, donde además del gazpacho te esperan las albóndigas de rabo de toro y el tiradito de lubina a la bilbaína.

  1. La croqueta molona de John Barrita (calle Vallehermoso, 72)
Croqueta de ropa vieja. Foto: John Barrita (Instagram @johnbarrita)

Esta recomendación viene de la mano de Claudia, fiel lectora y amiguísima de quien firma estas líneas. Yo era un poco reacia a volver a incluir otra croqueta más en la lista por si a alguien le da por pensar que padezco algún tipo de trastorno con las croquetas, pero me insistió tanto en que la metiera que aquí está. John Barrita, #bocatasquemolan, es un bar de aire rústico donde la especialidad son los bocatas (ya lo habías adivinado, eh). Al frente de John Barrita se encuentran el chef Javi Estévez, el jefe de cocina Quike Pedraz, y John Edward Torres y David de la Cal, ambos de la panadería artesanal La Panotheca. Me comenta Clau que si mirabas alrededor todo el mundo estaba comiendo la croqueta de ropa vieja, presentada en un vasito con diferentes capas (una de esas capas es la bechamel) y con pan rallado coronando el recipiente. Si tiene tanto éxito por algo será, digo yo.

  1. La ensaladilla de La Máquina Chamberí (calle Ponzano,39)
En la zona de la barra puedes pedir pinchos. Foto: La Máquina Chamberí

El grupo de restauración La Máquina ha ido extendiendo sus tentáculos por la capital y cuenta con locales en Ponzano, Jorge Juan, Pozuelo e incluso en el Santiago Bernabéu. Quizá alguien piense que estos restaurantes no se ajustan mucho a su bolsillo, pero lo guay es que en la zona de la barra tienes pinchitos más económicos. La Máquina de Chamberí es un restaurante que no pasa inadvertido en la calle Ponzano, yo siempre veo a través de sus cristaleras que está hasta arriba de gente. Mi madre nos recomienda el pincho de ensaladilla rusa, pero también la tienes a modo de ración si lo prefieres. Para un picoteo informal podéis pedir croquetas cremosas (de jamón, de bacalao con escamas de patata o de queso azul con nueces), empanada del día u otros pinchos como el de solomillo con queso brie.