Si seguís un poco mi blog ya os habréis dado cuenta de que me encanta viajar, aunque la mayoría de mis viajes son escapadas de fin de semana. Como seguro que sabéis, los vuelos que salen los viernes a primera hora de la tarde y regresan el domingo por la noche no suelen ser nada baratos, de hecho lo normal es que superen los 100 euros. Clau y yo estábamos empeñadas en irnos el segundo finde de septiembre y optamos por comprar un viaje sorpresa. Nos tocó Múnich: os puedo asegurar que es un destino perfecto para estar un par de días y exprimir la ciudad al máximo. Os cuento cómo organizaros en Múnich en un fin de semana. ¡Despegamos!
Viernes por la noche en Múnich
Volamos a Múnich el viernes a las 19,50 horas con Iberia. Como en Europa llevan un ritmo distinto al que estamos acostumbradas, optamos por cenar en el avión y arreglarnos lo más rápido posible en cuanto llegáramos al hotel. Tardamos cerca de una hora desde el aeropuerto al hotel Rivoli, situado a cinco paradas de metro del centro de la ciudad. Era un hotel de tres estrellas, modesto, pero que para ir a dormir y poco más estaba bien.
Una compi de trabajo me había dejado una guía de Lonely Planet, y fue en ella donde descubrimos Schumann’s Bar, un local de cócteles muy elaborados que además tiene muy buen ambiente. Los cócteles rondan los 10 euros y merecen la pena. La pega que le pongo es que el día que fuimos nosotras no había música y eso se echaba en falta.
Sábado: Free tour y zona centro
Múnich en un fin de semana puede empezar con un free tour de Civitatis. Los free tours son la mejor manera de situarse en el espacio y de conocer el contexto histórico de la mano de personas que viven el día a día de la ciudad. Para el free tour quedamos en Marienplatz, la plaza central de Múnich que alberga la Columna de Santa María, el Nuevo Ayuntamiento, el Antiguo Ayuntamiento y Fischbrunnen, una fuente que constituye uno de los puntos de encuentro más populares de la ciudad. El gran atractivo de la plaza, además de su imponente belleza, es el carrillón del Nuevo Ayuntamiento. A las 11 de la mañana vimos cómo sus figuras hechas a tamaño real representaban sucesos históricos acontecidos en la ciudad.
En el free tour pasamos por Viktualienmarkt, el mercado de Múnich que ahora está centrado en la venta de productos gourmet, y por Hofbräuhaus, la célebre cervecería que ha sido un foco fundamental en la vida social y política de la ciudad. Nuestro guía nos contó bastantes curiosidades del pasado nazi de Múnich y también nos condujo a otros enclaves como la Catedral, Odeonsplatz (otra de sus plazas principales), a la Ópera y al Teatro Nacional.
Al finalizar el free tour ya era la hora de comer y nos dirigimos hacia Eataly, un mercado italiano que está muy cerquita de Viktualienmarkt. Los camareros son italianos y los platos son auténticos: pasta al dente y una pizza deliciosa. Por la tarde aprovechamos para dar una vuelta por el Jardín Inglés, que es uno de los parques urbanos más grandes de Europa. Como peculiaridad tenéis que saber que hay una zona en la que los jóvenes muniqueses practican surf en el parque (sí, sí, estás leyendo bien).
Después entramos a ver el Teatro Cuvilliés, un teatro de estilo rococó que está en el interior de la Residencia de Múnich, el palacio donde residieron los reyes bávaros durante varios siglos. Como nos habíamos ganado una merienda, cuando acabamos fuimos al Cafe Rischart a probar por fin su apfelstrudel, el postre por excelencia del sur de Alemania. Me encantó saborear la manzana caliente mezclada con la canela. Eso sí, los batidos no os los recomiendo: llevaban demasiado sirope y en mi opinión eran empalagosos.
Si vas a Múnich en un fin de semana tienes que cenar en sus cervecerías, qué duda cabe. Nosotras fuimos a la Paulaner de Odeonsplatz y pedimos codillo y obatzda, que es una mezcla de varios tipos de quesos ligados con pimiento dulce y cebolla y venía servido con un pretzel. El codillo no me disgustó porque estaba tierno y llevaba salsa, mientras que el otro plato no me convenció. Acabamos la noche en un local ecléctico de Odeonsplatz donde creemos que se celebraba un cumpleaños privado. Ellas, infiltradas.
Domingo: Palacio de Nymphenburg
Un viaje a Múnich en un fin de semana no puede finalizar sin explorar alguno de sus maravillosos palacios. Mi ilusión era haber ido al Castillo de Neuschwanstein, que sirvió de inspiración a Disney para diseñar el castillo de La Bella Durmiente. Está retirado de la ciudad, como a unos 130 kilómetros, así que optamos por acercarnos al Palacio de Nymphenburg y supuso todo un acierto. Es enorme, y su jardín inglés es digno de admirar. Estuvimos allí más de dos horas y después nos encaminamos al centro a comer. Esta vez la cervecería elegida fue Augustiner y nos decantamos por unas salchichas picantes (deliciosas) y por un plato con queso de cabra al horno con ratatouille que nos encantó.
Por la tarde volvimos a Marienplatz, entramos en el Nuevo Ayuntamiento (es muy moderno por dentro) y ascendimos a la torre de la iglesia de San Pedro (hay que subir una barbaridad de escaleras pero las vistas merecen la pena).
Y así terminó nuestra escapada. Múnich en un fin de semana es una idea genial para desconectar y recargar pilas. ¡Os lo recomiendo!
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