¿No os pasa a veces que alguien os pide que le recomendéis un restaurante para una situación muy concreta y no atináis con uno que se adapte al 100%? Eso no sucede con Sandó: Sandó es un restaurante para las ocasiones especiales. Con ocasiones especiales me refiero a celebrar el aniversario con tu pareja, llevar a comer a tus padres o para sorprender a alguien que realmente sea importante para ti. Propuestas gastronómicas innovadoras y una decoración cuidada es lo que encontrarás en el restaurante del Hotel Santo Domingo, Sandó (calle Isabel la Católica, 2-4), capitaneado por el chef Isaac Fernández. ¡Os cuento mi experiencia!

La carta

En la introducción os decía que para mí Sandó es un restaurante para las ocasiones especiales, y ahora vais a entender por qué opino esto. Isaac Fernández le ha dado un giro a la carta de Sandó y el resultado es excepcional: platos muy originales y elegantes, y con esto último no aludo a la presentación de los mismos sino a su sabor. Los puerros siempre me han gustado, pero nunca imaginé que los podría comer en escabeche asiático y caviar de tomate. Es un entrante con personalidad y nada habitual, como podéis comprobar.

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Puerro en escabeche asiático y croqueta de calabaza y zanahoria. Foto: Adriana Benito

Probamos las croquetas de calabaza y zanahoria con un toque de yogur (suaves, pero con toda la presencia de sus ingredientes) y seguimos con la ensalada de setas escabechadas con bacalao ahumado, sal de tomate y aceituna negra. Es una ensalada que se sirve templada y, si la pides, tienes que ser fan de los sabores intensos y las mezclas arriesgadas.

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Ensalada de setas escabechadas con bacalao ahumado. Foto: Adriana Benito

Para inaugurar los segundos empezamos con bacalao en tempura sobre una muselina ibérica, probablemente mi plato favorito de todos los que descubrí en Sandó. El bacalao no estaba nada salado, lo cual bajo mi punto de vista es un acierto rotundo, y la muselina era cremosa, adictiva, y le aportaba al bacalao un punto canalla al que no estamos acostumbrados. Quizá el hecho de que sea en tempura es lo que menos me convenció porque sacia bastante, pero tengo que admitir que es una apuesta rompedora y valiente.

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Bacalao en tempura con muselina ibérica. Foto: Adriana Benito

De las carnes degustamos el lomo de ciervo con estofado de níscalos y frutos secos: una pieza tierna y contundente que hará las delicias de los más carnívoros. Por último, el broche dulce vino de la mano de la torrija con helado en su propio jugo (este fue mi postre preferido, el helado se evaporaba en la boda) y de la tarta de queso con helado de trufa (la mezcla era curiosa, solo apta para paladares intrépidos).

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Lomo de ciervo. Foto: Adriana Benito
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Torrija con helado en su propio jugo. Foto: Adriana Benito

Además, tengo otros dos datos interesantes que añadir. El primero es que los que vengáis con coche al restaurante podéis aparcarlo sin problema en el parking de San Bernardo 1, puesto que las tres primeras horas son gratuitas para los clientes de Sandó.

La segunda noticia es que Sandó incorpora menús al mediodía de martes a viernes compuestos de aperitivo, primero, segundo y postre por un precio de 28€. Los platos sel menú estarán en la línea de su carta: recetas de la gastronomía castiza con toques actuales. La gente que me conoce bien sabe de sobra cuál es mi plato favorito: el cocido. Estoy de enhorabuena: en Sandó lo sirven todos los jueves a mediodía en dos vuelcos y, de postre, ofrecen el bartolo de crema pastelera. Pues nada, ya tengo excusa para volver.

La decoración

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Foto: Instagram de Sandó (@restaurantesando)

La decoración del restaurante Sandó transmite el mismo mensaje que su gastronomía: tradición y vanguardia se funden en el corazón de Madrid. En este caso observamos mesas de madera que conviven con lámparas eclécticas y butacas tapizadas en colores diferentes. La gama cromática que predomina en Sandó evoca la tierra (marrones, verdes, mostaza), y crea una atmósfera delicada y elegante, sin extravagancias.

Por otra parte, además del espacio del restaurante, el Hotel Santo Domingo cuenta con la Barra de Sandó, que está a pie de calle y es ideal para tapear, y con las Cuevas de Sandó, cuyo escenario son cuevas auténticas del siglo XVI y es el lugar perfecto para disfrutar de un cóctel o una copa.

El servicio

El servicio camina acorde con lo que se espera de un hotel de 4 estrellas situado en pleno centro de Madrid: es tremendamente atento y exquisito, de 10. Te explican cada plato con minuciosidad, te cambian los cubiertos cuando corresponde y nunca te retiran un plato antes de tiempo.

#ParaIrCon

Como decía antes, yo iría a Sandó con gente que realmente merezca acompañarte: buenos amigos, con tu familia o con la pareja. Vamos, que si estás quedando con alguien y la cosa está turbia no le lleves a un sitio tan top como Sandó.

El precio

El precio medio por comensal se sitúa entre los 40 y los 45€.

Si quieres saber más, te sugiero que bichees en su web, en su Instagram y en la página de Facebook.