“Una de las mejores cosas de la vida es que debemos interrumpir regularmente cualquier labor y concentrarnos en la comida”, sentenció Luciano Pavarotti en una ocasión. Y qué razón tenía. Comer es un placer, y cuando lo haces rodeado de buena compañía se convierte en una experiencia inolvidable. Uno de los cambios que hemos presenciado en los últimos años en el campo de la gastronomía y del ocio se basa en que los clientes no queremos solo ir a cenar a un restaurante sino que buscamos vivir una experiencia, y Éccola, situado en el número 3 de la calle Diego de León,  lo sabe. Tal vez por esta razón Éccola ha construido un modelo de negocio que apuesta por la multifuncionalidad, una tendencia  que cada vez está ganando más adeptos en el sector de la restauración y que ellos supieron visionar antes de abrir sus puertas. En Éccola puedes disfrutar de una maravillosa cena en su zona restaurante, probar uno de sus cócteles en la terraza o incluso tomarte un puerto de Indias y bailar en la zona de la barra, y precisamente por esto hacer una visita a este local satisface a la perfección las expectativas de todo aquel que persiga ese factor experiencial que, por desgracia, no ofrecen todos los restaurantes. En La Línea de Fuego hemos tenido el privilegio de ir a Éccola y esto es lo que opinamos.

La carta

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El steak tartar es uno de los platos de la carta. Foto: Éccola

Si todavía no conoces Éccola estás de suerte porque acaban de introducir nuevos platos en la carta que son un completo acierto. Al frente de los fogones de Éccola se encuentra el chef Moisés Fernández, cuyas creaciones se apoyan en productos mediterráneos pero sin dejar de lado ciertas influencias internacionales. Este detalle aporta a la cocina de Moisés Fernández un toque exótico que te enamorará. El equipo de Éccola nos deleitó con una selección de platos que nos dejaron atónitas, entre los que se encontraban los gambones al ajillo, el pulpo a la brasa con espuma de patata y pimentón, el tartar de salmón con mango y emulsión de naranja, la burratina con pesto y tomate del huerto, las berenjenas fritas con crema de humus y el solomillo de ternera asado con crema de higos. Aunque estaba todo espectacular os recomiendo los gambones (yo no soy especialmente fan de ellos y, sin embargo, me encantaron), la burratina (es un plato muy fresco pero con personalidad, algo difícil de conseguir) y el tartar de salmón con mango (la naranja le da un sabor cítrico y original). Si no os convencen ninguno de los platos que he mencionado cuentan con muchos más: las croquetas cremosas de jamón y boletus, los taquitos de cochinita pibil con guacamole, los raviolis de rabo de toro con salsa de boletus (el camarero decía que estaban impresionantes), las milhojas de salmón con crema de patata y trigueros o el lomo bajo de ternera con patatas de padrón. Para el postre degustamos la tarta de chocolate y trufa de la abuela, la crema de limón y mango con nata y la pannacotta con violetas. Está claro que sobre gustos no hay nada escrito, pero me quedo sin dudarlo con la pannacota, de verdad que era otro nivel. Con mis prescripciones de la burratina y de la pannacotta ya habréis notado que siento debilidad por la comida italiana, pero la realidad es que salimos satisfechas con todo: la calidad de los ingredientes, la presentación de los platos, las texturas… Por último, no puedes irte sin pedir uno de los cócteles de su extensa carta, puesto que son una de las señas de identidad de Éccola.

La decoración

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Las mesas altas se alternan con otras bajas. Foto: Éccola

Uno de los parámetros que evaluamos siempre en La Línea de Fuego es la decoración, y Éccola ha superado el examen y con sobresaliente. La decoración es obra del arquitecto Jorge Lozano (Proyecto Singular Estudio), quien ha jugado con la madera y los metales para combinar la elegancia más clásica con aires de modernidad cosmopolita. Las mesas altas e iluminadas se mezclan con otras más bajas y con sillones en una gama cromática en la que el color tostado es el rey. El espacio fusiona tres ambientes: la zona restaurante (en el centro y también con una zona privada que a medianoche pasa a ser un reservado vip), la zona de coctelería y la de club nocturno. No podemos olvidar mencionar su mítica barra isla con sillas alrededor, uno de los emblemas del local, y por supuesto su terraza, ideal para las primeras copas de la noche.

El servicio

Creo que todos estaremos de acuerdo en que uno de los factores que más influye a la hora de volver o no a un restaurante es el servicio. Cuando llegamos una chica muy amable se encargó de recogernos nuestros abrigos para que no cargáramos con ellos el resto de la noche, y lo cierto es que es un gesto que se agradece un montón. Durante la cena nos atendió Jorge, un camarero cubano de lo más simpático que nos explicó cada plato de forma minuciosa. Aunque solo fuera por el servicio ya merece la pena volver a Éccola.

#ParaIrCon

Si estás buscando un restaurante bonito con el que sorprender a tu pareja o a ese nuevo chico o chica que acabas de conocer y que sientes que es especial, Éccola es el lugar perfecto. Si te apetece una cena con tus amigas en un sitio moderno o simplemente beberte una copa o un cóctel con ellas, Éccola seguro que os encanta.

El precio

Rondará aproximadamente los 35-40 euros por persona.

Si quieres saber más

Te invito a visitar la web de Éccola, su página de Facebook y su Instagram.

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En la gama cromática predomina el color tostado. Foto: Éccola
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Los platos tienen una presentación increíble. Foto: Éccola